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Casi cinco años ha llevado esta casa, y lo decimos sin acritud, emocionados aún, pero ha sido un camino largo. Los clientes, magníficos y comprensivos nos enseñaron varias parcelas para escoger la qué pensáramos que era mejor, y al ver estos arces enormes junto al arroyo no buscamos más. Beli tiene problemas de cadera y no quería escalera. A Gloria le hacía ilusión jugar a “lo moderno”. Planteamos la casa como un plano suspendido, al nivel de la calle, como un palafito por si un día se desborda el pequeño río. Al principio era mayor, con un patio interior, como aquella de Lina Bo Bardi en el Brasil, y miraba hacia atrás a los árboles y al arroyo, pero tardamos tanto que el urbanismo pensó un polideportivo detrás y entonces creímos mejor mirar hacia la calle que hacía aquel muro blanco. Además los clientes pensaban que era muy grande y lo que era un patio interior salió a un lado como entrante. En realidad la casa y el garaje son como dos animales de igual familia, pero uno más grande. Son un plano que se dobla y cierra hacia el norte para enseñar al sur su lado blando. La cubierta es pues un plano de hormigón que toma altura en el salón. Cuando ya estábamos en obra decidieron incluir una piscina, y al no gustarles el olor a cloro en la casa se alojó entre los pilares de abajo, formando un pequeño gimnasio que se abre hacia el arroyo, hacia los árboles y hacia la alfombra de sus hojas. |